Hablar sobre el trabajo puede parecer obsoleto, repetitivo, incluso demagógico. Con frecuencia, la filosofía ha afrontado este tema desde sus vertientes ética y política. Poco se ha reflexionado sobre el trabajo como realidad profundamente humana. El presente libro lo intenta con una propuesta antropológica insólita: considerar a la mujer o al hombre trabajador desde una de sus manifestaciones culturales más antiguas, el trabajo manual al servicio de la vida cotidiana. Y lo hace con una finalidad positiva, es decir, no para tacharlo como trabajo irracional, esclavo o asocial, y volver así al ocio clásico, sino para reflejar su valor científico, artístico y solidario, que lo convierte en paradigma privilegiado del trabajo humano.