Para empezar, algunas anécdotas y una confesión Primer paso Anécdotas El camino Confesión Aclaraciones metodológicas Agradecimientos 1. Iglesias vacías Espacios inquietantes ¿Fenómeno social o religioso? Opciones personales Un ejemplo: la homilía Desconocimiento mutuo La perplejidad y la indiferencia Multitudes que plantean preguntas Nuevas religiosidades Límites imprecisos 2. Una Iglesia a la defensiva ¿Comunidad o institución? La inquietud de los pastores Un mensaje poco interesante Los «pensamientos» de Dios La fuerza de la debilidad 3. Agrandar la casa Nuevas fronteras Un límite diferente «Voy a prepararos un lugar» «¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!» La novedad de este momento histórico Dios es justicia 4. Cambiar la mirada Otro punto de vista Miedo a lo conocido Mirar a los que buscan Guiados por la conciencia Sin otra luz Mirar a los pobres Magnificat Mirar de nuevo Para terminar, otra anécdota y más confesiones Velas inútiles Las iglesias y los templos
El objetivo de estas reflexiones es detenernos unos momentos a observar un fenómeno que, si es analizado en profundidad, puede ofrecernos piestas clave para el crecimiento personal y comunitario. Seamos creyentes, no creyentes, personas que no saben si creen o tengamos mucha fe, aunque también muchas dudad, sea que vayamos a misa todos los días, de vez en cuando o nunca, en cualquier caso, ¿qué nos dicen las iglesias vacías? Ya sean pequeñas chozas a punto de derrumbarse, inmensas catedrales repletas de turistas o parroquias clausuradas por una pandemia, siempre tendrán algo que decir a quienes están dispuestos a escuchar.