“Los Padres de la Iglesia ofrecieron una respuesta formidable a las corrientes literarias y retóricas no cristianas y anticristianas que actuaban en el Imperio Romano y definían el imaginario religioso y ético del momento. Las Confesiones de Agustín, con su imagen crucial del ’cor inquietum’ [’Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón estará inquieto mientras no halle descanso en Ti’], definieron la forma en que los cristianos y no cristianos de Occidente reconcibieron la aventura de la conversión religiosa. (...) En consecuencia, la evangelización en el mundo moderno debe encontrar los medios adecuados para redirigir la atención pública, alejándola del espectáculo para introducirla en el misterio”. (Texto de Robert Prevost (hoy León XIV) para el Sínodo de los obispos sobre “la Nueva Evangelización”, convocado por Benedicto XVI en 2012).En un mundo marcado por la distracción, la fragmentación y la urgencia de lo efímero, que alguien formado en la tradición de San Agustín (354-430) haya llegado a la cátedra de San Pedro (8 de mayo de 2025) constituye una señal elocuente. Agustín es, tal vez, el pensador cristiano que más radicalmente apostó por la interioridad como camino hacia la verdad. Figura destacada de la Patrística y autor de una de las antropologías filosóficas más profundas del pensamiento occidental, supo entretejer vida y pensamiento, error y búsqueda, en una unidad que trasciende las categorías doctrinales para adentrarse, sobre todo, en lo existencial. Esta es precisamente la fuerza que tienen algunos clásicos: su capacidad de resonar con potencia en los tiempos más inciertos. Las Confesiones es, sin duda, una de las obras más influyentes de la tradición occidental. En sus páginas se despliega una exploración honesta –y por momentos desgarradora– de la condición humana. Como dijo Hannah Arendt, pocas veces un autor logró transformar su experiencia más singular en una reflexión tan universal. Y quizá por eso sus preguntas siguen latiendo en medio de nuestras propias perplejidades: ¿quién soy? ¿Qué amo cuando amo? ¿Dónde se encuentra la verdad? ¿Qué deseo se oculta detrás de mis deseos? La autobiografía del obispo de Hipona, escrita hacia el año 398, narra el itinerario de un alma que lo buscó y probó todo –el placer, el prestigio social, el poder…–, hasta descubrir que la verdad que anhelaba no se hallaba fuera, sino en lo más profundo de su interior. (De la introducción de Pedro José Grande). 10