«Cada vez encuentro más grupos de jóvenes resueltos y sin inhibiciones para vivir plenamente la fe de la Iglesia y dotados de un gran impulso misionero. La intensa vida
de oración presente en estos movimientos no implica un refugiarse en el intimismo o un encerrarse en una vida ‘privada’. En ellos se ve simplemente una catolicidad
total e indivisa. La alegría de la fe que manifiestan es
algo contagioso […]. Está forjándose una nueva
generación de la Iglesia, que contemplo esperanzado.
Encuentro maravilloso que el Espíritu sea, una vez más,
más poderoso que nuestros proyectos y juzgue de
manera muy distinta a como nos imaginábamos. En este
sentido, la renovación es callada, pero avanza con
eficacia. Se abandonan las formas antiguas, encalladas
en su propia contradicción y en el regusto de la negación,
y está llegando lo nuevo…» Joseph Ratzinger