"Hay dentro de mí como una soledad donde, aunque exteriormente esté ocupándome de otras cosas, vivimos Él y yo. En ella, aun en los ratos de mayor recogimiento, no se habla, yo no sé, se compenetra uno, se siente una paz inmensa, se ama y se ve uno amado. Yo no puedo explicar esto cómo es. No hay más que un sufrimiento, eso sí, muy grande: la sed de amar y el pensar que el Señor es ofendido, que no van a Él las almas"