No se propone en estas páginas una educación de la afectividad en el sentido rotundo del término, porque la afectividad en estricto sentido no se educa, sino que se estructura, construye y despliega en múltiples modalidades, a partir de un ambiente dado, unas relaciones interpersonales, una específica forma de sentir, de percibir, de vivir. Tal vez así llegaremos a entender por qué unos se emocionan con un gol de su equipo favorito y otros, al escuchar los acordes del himno nacional. Y mejor aún