Como señala el propio autor: "Con el mismo celo de un arqueólogo o de un coleccionista de perlas, con la proverbial paciencia benedictina y como una abeja laboriosa, he ido libando de autor en autor, cuanta información ha sido necesaria para que las palabras que encabezan los pequeños párrafos cobraran vida y se convirtieran, de pronto, en un ramillete de las más variadas flores: una anécdota, un dato curioso, etimologías, toponimias interesantes, chispas de humor, etc."