Hace escaso tiempo que el Papa Benedicto XVI anunció a la Iglesia y al mundo entero su renuncia al Pontificado (10-2-2013). Su avanzada edad, además de su agotamiento físico, le llevaron a tomar tan inesperada decisión, que fue acogida en todos los ambientes con gran sorpresa.
Decisión que supone una gran humildad de espíritu, además de profundo sentido de responsabilidad pues sobre los hombros del Sucesor de Pedro gravita el peso de la Iglesia universal y, en cierto sentido, de la entera humanidad.
Este espíritu humilde podríamos decir- es algo que ha caracterizado tanto a la persona de Benedicto XVI, como el estilo de su Pontificado. Así lo reflejan también las últimas palabras que dirigió a los cardenales presentes en Roma, albergando con esperanza él mismo con profundo sentido eclesial- la elección de su Sucesor: Que el Señor os muestre aquello que quiere Él. Y entre vosotros, entre el Colegio Cardenalicio, está también el futuro Papa, a quien ya hoy prometo mi incondicional reverencia y obediencia. Por esto, con afecto y reconocimiento, os imparto de corazón la bendición apostólica (Discurso, 28-2-2013).