El siglo XX está ligado al Concilio Vaticano II, pero también a movimientos y partidos fundamentalistas, que han impedido que germine la semilla del evangelio.
Ahora, al comienzo del siglo XXI, ha llegado el momento de volver a la raíz, de retomar el evangelio, de inicar de verdad la Nueva Ecangeliación, que ha de ser obra de todos.